Ermita del Sepulcro

El 6 de octubre de 1776, Gabriel Alejandro Sanz cursó una  solicitud al Cabildo, reclamando una mayor extensión de terreno para construir en él una ermita que se llamaría del Santo Sepulcro, “en que se venere con mayor culto una imagen de Nuestro Señor Sepultado”.

El 4 de julio de 1776 comienzan las obras que darán pie a la erección de este edificio zalameño, como etapa final de uno de los procesos religiosos más importantes de Zalamea la Real, instaurado en la localidad años antes: la Vía Sacra. Uno de sus principales precursores, D. Gabriel Alejandro Sanz, nos introduce en sus comienzos:

“Viendo, pues, que teniamossepulcro imperfecta nuestra buena obra,   por  faltarle el Santo Sepulcro, se hizo un último esfuerzo,  para de  una vez perfeccionarla, empezándose con suma  alegría de este  pueblo, dicho Santo Sepulcro, al 4 del mes  pasado, a los 30 pasos del Santo Calvario”

Su finalidad original, y para la que aún se conserva hoy, fue y es la de emular el sepulcro donde fue enterrado Jesús de Nazaret tras su muerte en cruz. Por ello se erige como la última estación del “vía crucis”, completando así este tradicional ritual impulsado por la Iglesia Católica desde inicios de la Edad Moderna

El 13 de agosto de 1777 se colocó en su interior la imagen del Señor Sepultado, gracias a la cesión de Dña. María Hidalgo. Actualmente se venera la imagen del Cristo Yacente, obra de imaginería sacra de mediados del siglo XX.

Su entorno se completa con una gran peana coronada con cruz, que alberga la XI estación del “vía crucis”; y con el Santo Calvario, monumento que emula el Monte Calvario, con tres peanas que sustentan las cruces del momento de la Crucifixión.

En esta edificación también encontramos las XII y XIII estación del “vía crucis”.